domingo, 2 de abril de 2017

AÑOS 50. EL MUEBLE ESCANDINAVO

Durante los años Cincuenta asistimos al inmenso éxito del mueble nórdico (sueco, finés, holandés, pero sobre todo danés) que de una moda se transforma bien pronto en un fenómeno duradero, que marca la pauta durante quince años.
La razón del éxito de esta producción de Europa del Norte reside en la sencillez del estilo, nada cerebral sino estrictamente moderno tanto en sus criterios formales como en el funcionalismo.

El mueble escandinavo, producto de un estudio exacto del uso a que se va a destinar, es de madera, por lo general teca de Siam (Tailandia), que es resistente, casi inmune al agua y requiere pocos cuidados. Además de la teca se utiliza el palisandro cuando se quiere utilizar el valor decorativo de la veta, y el abedul para muebles rústicos.

En armarios o cómodas las líneas son decididas, los ángulos vivos; sólo se redondean las patas, con forma de cono invertido. Pero en los asientos, los ángulos vivos desaparecen y las líneas se vuelven más suaves. Respaldos, brazos, asientos, las partes en las que se apoya el cuerpo humano, están estructuradas para que se adapten a la postura relajada; están redondeadas, moldeadas.


El resultado de esta línea es que el mueble nórdico resulta cálido, acogedor, sencillo y casi anónimo en su línea, de forma que no canse ni choque de manera estridente con los posibles muebles del siglo XIX, herencia constante de la vivienda burguesa.

Entre los principales diseñadores citaremos a Kaare Klint (1888-1954), danés, que fue de los primeros en cuidar del diseño del mueble incluso bajo aspecto de su transporte; Finn Juhl, arquitecto, autor de sillas y butacas muy bellas; Hans Olsen, Hans Wegner, Kurt Nordstrtim, Hvidt, Molgaard, Erik Ole Jorgensen y Arne Jacobsen, autor de una magnífica serie de sillas de madera contrachapada en teca y palisandro.




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