lunes, 20 de marzo de 2017

CUADERNO DE BITÁCORA

Cuando entré por la puerta aquel 2 de febrero, el olor era especial; como a libros nuevos. El aroma a tela, al paso del tiempo, olor a madera y acero inoxidable.
Pronto me dispuse a ojear todas y cada una de las colecciones, pero había una muy especial de Gastón y Daniela. Tenía una portada grande, de unos 50 x 70, de hoja plastificada y con el cordel azul característico de la firma. Eran tejidos de algodón fino. Sus colores, contrastados entre rojos y yemas; bases en blanco con grandes estampados en un añil potente.
Tenía entre mis manos un estilo de vida, una cultura, un saber. El pose del tiempo provenzal en las manos de un chaval de 19 años.  

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