A la hora de la práctica, un buen sistema de estanterias, armarios, etc. debe responder a las necesidades de la vida cotidiana -papeles, ropa, discos, botes, utensilios de cocina,... Si todas estas cosas no tienen un lugar adecuado, estorbarán y romperán el sistema de orden.
No caigamos en la trampa de dejar los sistemas de almacenamiento para el último momento, porque sería demasiado tarde para poder hacer algo mejor. Se debe considerar este tema desde el principio para que resulte efectivo en el esquema y para aprovechar al máximo el espacio disponible, adaptando los elementos para guardar y almacenar al resto del mobiliario y a la arquitectura.
Para decidir el sistema más conveniente, hay que tener en cuenta para que se va a usar la habitación. Resulta muy práctico hacer una lista de todas las cosas que habrá en cada cuarto, de modo que se pueda calcular mejor el espacio.
Al mismo tiempo que planeamos el tipo de espacios destinados al almacenaje, pensaremos también dónde desearemos colocar las cosas; suele haber más opciones de las que nos pensamos.
Es importante que consideremos la frecuencia con la que vamos a usar los objetos. Aquellos que se usan una vez en la vida (baúles, archivos, etc.) pueden colocarse en los altillos. Las cosas que se usan cada día, desde la cuberteria hasta la ropa, deben estar fácilmente accesibles. La leña, la compra del mes o las conservas pueden almacenarse en lugares intermedios donde el acceso inmediato no sea necesario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario