Revolucionó
el mobiliario
del siglo XIX.
Hablar de historia del mueble y no dedicar un capítulo a la importancia del papel que jugó el alemán Michael Thonet para la industria del mueble del siglo XIX, sería toda una aberración. Y más teniendo en cuenta que fue uno de los primeros ebanistas en utilizar distintas clases de contrachapados y en hacer que sus piezas resultaran más livianas.
Un aro cubierto con rejilla para el asiento, patas delanteras y otra pieza que comprendía las patas traseras y el respaldo. Así, la estructura básica de sus diseños se formaba por sólo tres piezas curvas. Desde sus primeras sillas, Thonet da una extraordinaria demostración de las posibilidades formales y constructivas que permite esta nueva técnica.
Esta concepción simplificó y abarató enormemente la producción, y permitía enviar las sillas desmontadas ocupando muy poco volumen incluso al otro lado del Atlántico.
El fenómeno Thonet había comenzado.
El haya fue la madera preferida por el artista. De fibra apretada, el haya, podía plegarse sin astillarse y sin pérdida de resistencia; por ello en 1841 patentó su proceso para curvar la madera, lo que le permitió la fabricación de millones de muebles por todo el mundo.
Junto a sus hijos fundó la firma Thonet, pero fue unos años después cuando instauró un proceso industrial que iría desde la plantación de árboles hasta la distribución del producto acabado.
Eficiencia, organización y bajos costes de producción hicieron que la casa Thonet se convirtiera en la más importante de Europa.
Aunque en 1869 caducó la patente, haciendo frente a la competencia, el éxito de alguno de sus diseños fue brutal.
En la actualidad, la firma sigue ofreciendo diseños racionales y ligeros para los que actualiza los materiales y tecnologías más modernos, pero también continúa con la producción de ediciones limitadas de los clásicos de su fundador.
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